Buenos Aires, Viernes, 22 de Noviembre de 2024

Rubén Stella, charla con un señor de la escena nacional

Nota:

Ricardo Berea
Ricardo Martinese

Puerta franca visitó al actor y director Rubén Stella, quien mantuvo una charla con nosotros y dio a conocer detalles de la obra  titulada “Yo adivino el Parpadeo”, recientemente estrenada  y actualmente en cartel

 

¿Cómo le llega la propuesta para ser protagonista de “Yo adivino el parpadeo”?

Con el director Julio Baccaro es la tercera vez que trabajo. La primera fue en “El conventillo de la paloma”, luego “Soñar en Boedo” que se mantuvo dos años en cartel con un éxito impensado y que también  presentamos en Mar del Plata. Cuando concluimos este proyecto, con Julio empezamos a buscar otro material para hacer juntos porque yo, particularmente, trabajo muy cómodo con él. Ambos compartimos el gusto  por el  lenguaje directo y sencillo para el público que es lo que me gusta del teatro, realizar una obra que la gente pueda compartir generando un ida y vuelta. Es así que leo esta obra de inmediato y al día siguiente ya estábamos charlando con el autor para organizar el proyecto. Se podría  decir que fue un amor a primera vista con el texto.

¿Qué fue lo que le interesó de la obra?

Lo primero que me interesó fue el universo que plantea, “porteño”. Vinculado a mi sensibilidad, estoy contando la historia de un hombre que podría ser yo, o cualquiera de nosotros que se haya dedicado a bailar tango, porque la profesión del protagonista es bailarín de tango que tuvo éxito en Buenos Aires y Europa, un  porteño con todas las letras. Lo segundo, fundamental y que se lo comente a Camblor en su  momento, es que escribió una historia de amor. Y es maravilloso que en el escenario se cuente una historia de amor, uno no se da cuenta la falta que hace que se cuenten este tipo de historias. El teatro argentino hace mucho tiempo que dejó de lado este material, la sencillez en el tema de la historia, siendo el cine quien se apropió de eso. El teatro empezó a contar situaciones más contestatarias, más críticas, aparentemente más reflexivas y dejó lo medular.

Porque el teatro está basado en el amor o en el odio, que es la contra cara de ese sentimiento. Pero en nuestro país por diversas razones se fue derivando a la crítica social, una crítica denostada de nosotros mismos en líneas generales y se perdió lo simple, la esencia del ser humano.

Yo me formé como actor teniendo como espejo la época de oro del cine argentino, viendo cómo se contaban historias sencillas que sucedían en el barrio y eso fue lo que más me atrajo de esta obra. Y lo notable es cómo el público adhiere a esta propuesta, se conmueve, se ríe, se emociona,  llora. Y al salir de la sala, escuchando sus comentarios, puedo decir que para mí es “misión cumplida” por que yo soy actor para esto.

¿Es la primera vez que trabaja con la Sra. Carolina Papaleo?

Sí, es la primera vez que trabajamos juntos y lamento no haberlo hecho antes porque es una actriz estupenda. Pero como en la vida, todo debe darse  a su tiempo, y quizás este sea el motivo por el cuál  logramos dar el efecto justo en el público,  para que se emocione con la historia. Ambos disfrutamos juntos en el escenario y ella hace un trabajo excelente.

Teniendo en cuenta su trayectoria teatral. ¿Comparten algunas ideas con el director respecto de la puesta en escena o se limitan a una relación director-actor?

Sí, compartimos muchas ideas, es muy difícil no hacerlo, sobre todo en lo referente a los criterios escénicos, yo hace muchos años que abandoné la postura de, “él quiere que haga esto y yo haría otra cosa”. Pasé muchas veces por eso y no es bueno para mí, ni para el director, ni para el espectáculo, por eso cuando el director indica yo trato de hacer mi aporte, de plantear mi punto de vista. Obviamente, si no coincidimos me avengo al criterio del director, porque para eso  está  y  es su función. Por otra parte me ha hecho muy bien ser director, para verme a mí en el escenario, ver las cosas que van en contra de  mi propio trabajo y afectan a la obra así como también para resolver los espacios escénicos. Lo que nunca hice, y no sé si lo haré algún día, es actuar y dirigir a la vez.

Sabemos de sus raíces cómo hombre de barrio y que se distingue por ser buen bailarín de tango. ¿Ayudaron estos detalles en la construcción del personaje?

Sí, soy un hombre de mucho barrio, nací en Liniers, soy hincha  de Vélez Sarsfield, y esto no solo ayuda a formar este personaje sino a todos los personajes. Cómo, por ejemplo, cuando hice la comedia musical “Discepolin”, en la cual encarné a Enrique Santos Discepolo. Yo me decía: “la verdad que no me dí cuenta, pero en realidad me preparé toda la vida para este personaje”.  Al haber jugado a la pelota en calles de tierra, al estar con mis amigos de la esquina, cazar  mariposas de ombligo al aire, o contestando el saludo con los vecinos de la cuadra, tal como hacía mi padre todos los santos días con la vecina Amparo al  llegar de su trabajo en la fabrica Guereño. Rescato la  autenticidad de esa gente y de la época. Por eso, volviendo un poco a la obra y a este personaje, es que me  siento muy cómodo con el universo que relata la misma.

Con respecto al autor, Guillermo Camblor, notamos que mucha de su producción está enfocada al género de revista, ¿En esta obra se ve de alguna forma reflejado este estilo?

Guillermo ha escrito comedia y vaudeville, pero su oficio es hacer sketches de revista, y eso le da un lenguaje muy particular al texto, por así decirlo. Aquí se introduce dentro de otro universo demostrando ser una persona muy sensible logrando, con el manejo de su lenguaje literario revisteril, dar efectos de “grotesco” a situaciones dramáticas las cuales remata con una replica de humor. Manejando muy bien la repentización y la impronta del chiste a la perfección.

¿A su criterio qué mensaje nos transmite “Yo adivino el parpadeo”?

Como dije antes, es esencialmente una historia de amor, pero si tengo que definir qué deja como mensaje yo pondría la oportunidad de: “Despedirse como uno quiere”.

En la actualidad, paralelamente a su carrera artística, también se está desempeñando como coordinador de Acción Cultural en el Banco de la Provincia de Buenos Aires (Bapro), ¿Qué podría comentarnos sobre este tema?

Estamos llevando a cabo en el BAPRO dos políticas, una “hacia adentro y otra hacia fuera”. Hacia adentro una convocatoria a los empleados para darles un espacio para expresar sus vocaciones postergadas. Ya sea cantando en el coro, actuando en radioteatro, en fotografía o en pintura. Todo esto se desarrolla conjuntamente con la Gerencia de Recursos Humanos.

El hacia fuera, una vez armadas esas propuestas, es llevarlas a distintos puntos de la Provincia de Buenos Aires, generando eventos o participando de otros donde se muestren estas expresiones artísticas. Siempre manteniendo la premisa que el protagonista sea el empleado del BAPRO, como es el caso del coro compuesto totalmente por empleados y el “Radioteatro en escena”, que si bien en cada obra se convoca  a dos actores de renombre, prosigue un elenco estable de doce empleados.

También hemos realizado microprogramas en Radio Provincia, vinculados con el Bicentenario, donde se han convocado actores y actrices para que lean relatos, abarcando el período 1806- 1816, década trascendente en la construcción de la independencia de nuestra  Nación.