Buenos Aires, Domingo, 24 de Noviembre de 2024

Emilio Bardi

Por Ricardo Martinese

¿Dónde transcurrió tu infancia?

 

Nací en Isidro Casanova, en el partido bonaerense de La Matanza, donde pasé toda mi infancia y parte de mi adolescencia, hasta los 17 años que ya empecé a volar, me fui para las luces del centro.

 

¿Volvés al barrio de tus orígenes?

 

Sí, inclusive mi hermana sigue viviendo ahí, mi hermano vive en La Tablada y voy a visitarlos seguido. Junto con mis hijos, es la única familia que tengo. Mis padres  fallecieron, por eso cada tanto hacemos unas pastas con mis hermanos.

 

¿Cuando te diste cuenta que querías ser actor?

 

En realidad yo siempre digo que me equivoqué. Por pertenecer a una familia pobre sólo pude cursar la primaria y no pude estudiar la secundaria. A los 12 años empecé a trabajar en una fábrica de galvanoplastia, un muy duro trabajo.

A los 16 años se me ocurrió que quería cantar y no tenia medios para pagar un profesor particular. Me dijeron que en la Casa de la Cultura de Ramos había un coro gratis. Yo no me animaba a ir, pensaba que había chicos de otra clase social y me iban a discriminar, pero no fue así. Un día fui, hablé con la directora, Beatriz Moldavsky, con la cual hoy me comunico por mensajes ya que vive en Israel, y me tomó, como primera voz. No lo podía creer, supongo que se dio cuenta que yo era un chico pobre y así estuve en el coro dos años.

Un día salgo de la fábrica, salí corriendo por que llegaba tarde al coro, que era en un teatrito, un escenario con un piano. Yo nunca había visto teatro y reparo en el escenario iluminado de colores y sobre él, un jorobado. Presentaban la obra “La zorra y las uvas” de Figueiredo, me quedé escondido mirando, y el director Edmundo Chacour que era muy cabrón, me dice:

“que hace usted ahí”!

-“estoy mirando, me equivoqué, yo venia para el coro”

- ¿“le gusta”?

- “sí”

-¿“quiere subir  a hacer algo”?

No sé por qué dije que sí, y subí al escenario. No recuerdo que hice, pero debió resultar cómico por que todos se reían. Esa hermosa sensación, la tengo hoy cada vez que subo a un escenario, me reafirma que no quiero dejar de hacer esto nunca.

El director me decretó: “Usted va a estudiar conmigo”. Así empecé, por equivocación, es como que la actuación vino a mi.

 

 ¿Cómo fue tu personaje en “Grande Pa” y que trayectoria  televisiva tenías?

 

En realidad yo fui  por uno o dos capítulos de “Grande Pa” a interpretar a Lando, un electricista. Yo tenía experiencia, y como a veces es el actor quien escribe desde dentro, a un personaje que no era cómico, lo hice gracioso y hasta lo hice cantar una música pegadiza. Cuando los autores lo vieron escribieron durante tres años el personaje.

En televisión ya había hecho “Chantecler”, un especial por ATC en 1980, luego  trabajé con David Stivel en 1984 en “Los gringos, también en “Colorín Colorado”, el primer programa para adolescentes luego de la dictadura, y ficciones con Sergio Renán.  

 

 

¿Interpretaste a Diego Maradona?

 

Si, hice la vida de Diego en teatro en una comedia musical, que se llamó “ El diez entre el cielo y el infierno”. Yo tenía dos sueños, lo había comentado en el programa de Rómulo Berrutti, hacer la vida de Gatica o la de Maradona, se me cumplió el último. Me llamó Daniel Dátola, autor de la obra,  para interpretarla y así la hicimos en el teatro Metropolitan en el 2004.

 

¿Que te dejó como experiencia el “teatro por la identidad”?    

 

En ese ciclo hice la obra “A propósito de la duda”. Yo lo asocio mucho con “Teatro abierto” del principio de los ochenta, en plena dictadura. Mucha gente no sabe que es “Teatro abierto”, surgió desde la marginalidad en los bares, como contestatario, ya que el teatro comercial era muy malo. Había muchos actores prohibidos, y Dragun, Gorostiza, Somigliana, autores de teatro de esa época tampoco  tenían espacio.

Entonces nos juntábamos  actores y autores en barcitos a ver que podíamos hacer. Era muy peligroso nos jugábamos la vida, quemaron el teatro y nos amenazaron con colocar bombas.

No obstante se siguió adelante y era muy frustrante que no se supiera lo que estábamos haciendo, trabajábamos gratis, al público yo lo tomaba como una hinchada que encontraba en teatro abierto ese espacio que le faltaba. Se hizo hasta 1985 ya instalada la democracia. Vinculo mucho estos dos teatros, por que comparten ideología y son como un servicio. Me gustó mucho la experiencia del teatro por la identidad hecho en el Cervantes con las Madres de Plaza de Mayo.

 

Últimamente te encasillaron en el papel de “malo” ¿Como te llevas con Alejandro, el papel de “El Elegido”, que es “bueno”?

 

Me llevo muy bien, es un premio a la constancia, tengo una colección de h. de p., y ya creía estar confinado a hacer únicamente estos personajes. Esto es como un regalo que me da la vida y que tiene una razón. El elegido es una coproducción de “El árbol” y Telefé, la primera es la productora de Pablo Echarri y Martín Seefeld, ellos me eligen para este papel, que como pares pueden ver que un actor tiene cualidades para interpretar otro tipo de personaje.

No siempre es así con los productores, una vez le pregunté a uno de televisión cuando me iban a dar un papel de un tierno, me contestó que nunca, por que la gente ya te ve así, de malo, y que la televisión es así. Me daban esos papeles por portador de cara.

Agradezco muchísimo esta oportunidad, nunca pensé que iba a decir textos del tipo “Yo de tan bueno paso a ser boludo”, que le digo a mi hermana de ficción, casi me pongo a llorar cuando lo dije, acostumbrado a decir “te voy a matar “ o “sos boleta”

Esto ratifica que si uno insiste las cosas se dan, a la suerte hay que ayudarla, “ A Dios rogando pero con el mazo dando”

 

¿Que estas haciendo en teatro actualmente?

 

Hago poco teatro, por que la televisión te insume mucho tiempo. Estoy haciendo una obra de teatro abierto “El acompañamiento”  que la presentamos en colegios y dura media hora como eran las obras de esa época. La estrenaron en el teatro Tabaris, Ulises Dumont y Carlos Carella, escrita por Gorostiza y yo tuve el honor de verla en esa oportunidad.

Interpreto al personaje de “Tuco”,  siento  que les rindo un homenaje a estos dos actores, con quienes trabajé y aprendí mucho de ellos. Me enseñaron la profesión desde la humildad de los grandes, lamentablemente hoy no es así, los jóvenes no aprovechan la experiencia de los actores mayores.

También participo en obras, junto a un elenco estable de empleados del Banco Provincia de Buenos Aires, donde hacemos “Radioteatro en escena”.

Recreando en el escenario a un radioteatro de las décadas de 1940 a 1950. Estos  emprendimientos los hago por que me gusta, un actor necesita estar en contacto con la gente y eso no sucede con la televisión.

Que se entienda bien, no reniego de la televisión, por que la hago con gusto y muy profesionalmente. Pero el teatro es más artesanal, tenés más tiempo para preparar el personaje, ensayar, trabajar con la duda, en cambio la televisión exige resolver en el momento.