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Buenos Aires, Jueves, 21 de Noviembre de 2024 |
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Dos por cuatro es cien. También dos por cuatro es igual a Nelly Omar y sus cien años. Es que si cada 10 de septiembre no festejáramos el cumpleaños de la amante del tango gran parte de la historia de este género musical hubiera quedado sin escribir. No sólo por haber sido la Gardel con Polleras en cuanto a su voz diferente y por haber sido reconocida como la voz dramática del tango sino por sus dotes femeninas, de mujer con todas las letras. Como hembra bien puesta ha sabido inspirar y conquistar a los más grandes letristas de la época: el tango Solamente ella, el mismísimo tango Sur y, aunque algunos se empeñen en negarlo, la musa de Malena es definitivamente ella, Nelly Omar. Más allá de todas estas charlatanerías de alcobas, esta mujer nacida en la localidad de Guaminí, provincia de Buenos Aires, tuvo y tiene aún su nombre propio. Durante la época de la aristocracia de las cancionistas de los años veinte y treinta, se alojaba en el centro de la escena junto a sus pares Tita Merello y Libertad Lamarque, entre otras. En los años cuarenta, dos personas claves marcaron su vida para siempre. Conoció a Eva Perón en los pasillos de las radios porteñas. Eva iba para hacer los radioteatros, mientras que Nelly iba a cantar. El gran encuentro fue en un acto de beneficencia por el terremoto de San Juan, Eva se indignó porque Nelly hacía un año que no conseguía trabajo, para ella era la mejor cantante argentina. Hicieron una gran amistad y en su honor grabó La descamisada. Luego de algunos años, con el derrocamiento de Perón en 1955 y la prohibición de todo lo vinculado a él, se le cerraron las puertas de todos los medios de difusión, por lo que tuvo que radicarse primero en Venezuela y más tarde en el vecino país de Uruguay. No fueron tiempos buenos económicamente hablando y a su retorno en el ´69 al vestuario de tanguera, envuelto de penas y nostalgias, le cubrió con un poncho ya hoy característico que la devolvió a los escenarios porteños con un tinte más popular: la Nelly del pueblo. Esta nueva Nelly ya no regresaba sólo a los tangos, las radios y las milongas: regresaba a su país, a su cultura y a su folklore. El otro encuentro que marcaría su trayectoria artística y personal fue la pasión vivida con el letrista Homero Manzi, como ya dijimos, varias letras la involucran sin nombrarla en sus rimas poéticas y apasionadas. Un amor que duró desde el ´37 hasta el ´51, cuando él falleció sin haber cumplido la promesa de separarse de su mujer para quedarse a su lado. Ella misma cuenta, cuando se le pregunta si recibió algún estudio de canto, que su única escuela fue lo discografía de Gardel. En su infnacia Gardel iba a actuar a Guaminí y su padre lo invitaba a comer, ella se quedaba tras la puerta entreabierta espiándolo. Lo recuerda graciosamente, con la cara redondita y peinado con raya al medio. Luego le presentarían a Corsini, en 1932 y años después subiría al escenario de la mano de Magaldi. Pasaron muchos años hasta que Gustavo Santaolalla, con Café de los Maestros, rescató varias glorias veteranas del tango y finalmente la convocó en 2007 para publicar La Criolla, clasificada según la crítica como una exhibición de longevidad y calidad. Aunque mucho se habló de sus cien años, cuáles serían los lugares para recibir el centenario, quiénes serían los invitados y cuántos los reconocimientos gubernamentales que le realizarían, ella prefiere no hacerse cargo de eso y llamarse a silencio, no dando más que alguna que otra nota en charlas de ascensor. Alude que se encuentra realmente cansada, que los hermanos fallecieron todos, igual que sus amigos de toda la vida. Ella sufre el mal del inmortal y la invade la soledad. Estuvo tres veces casada y con ninguno tuvo hijos. Para esperar los cien años prefiere desconectar el teléfono, esconderse y no atender a nadie. Es que el tango se le está haciendo carne y su pasado le vuelve como un látigo: placeres vividos que son recordados con la angustia del presente inevitable. Es recurrente en ella el lamento de no tener a un hombre a su lado que, a la hora que llegue su muerte, le tome la mano con fuerza y le diga cuánto la quiere. Sin embargo, la belleza de su alma no sabe anclarse en la desazón de su mente, las amigas más cercanas nos cuentan del amor que tiene por la vida, buscando algo en qué ocuparse todo el tiempo. Sos una aburrida. Andate al hospital, a la plaza o a caminar. No me vengas con dramas, suele contestarles cuando la visitan con problemas banales. Su representante, aunque es cómplice de su silencio, confiesa haber tratado de convencerla de celebrar en el Teatro Colón. Pero Nelly respondió que ella es del pueblo y que de hacer algo prefiere hacerlo en el Luna Park, para sentir más el calor de la gente, de su gente. La cita obligada sería entonces en octubre o en noviembre. Con sus palmas mirando al cielo dejará ir todos los fantasmas del pasado y con sus brazos abiertos abrazará a todos los que la ayuden a soplar con fuerza las cien velas. Porque Nelly Omar es tango. Porque dos por cuatro es igual a cien. |