Buenos Aires, Jueves, 21 de Noviembre de 2024

El Guernica Propio

 

Por Felipe.A.Fiscina

No muchos lo recuerdan. No muchos lo saben. En la escuela no se enseña. Sólo un monumento en su memoria y una vieja placa en el Ministerio de Economía. Un manto oscuro cubre esta parte de la Historia Argentina. ¿Cómo se puede olvidar una masacre así? Sólo nuestros educadores y sus manuales pueden explicarlo. Sería bueno que lo hagan y cuanto antes.

En tan sólo cinco horas, casi 400 vidas fueron aniquiladas bajo una lluvia de bombas y balas. Héroes anónimos que solo pasaban por una Plaza de Mayo a la espera de un espectáculo en conmemoración del fallecimiento del Gral. Belgrano. Niños yendo al colegio en trolebús. Trabajadores llegando en subte. Todos ellos asesinados a sangre fría y perdidos en la memoria colectiva.

Sería bueno que este jueves 16 de junio, los que somos padres de niños, hablemos con los maestros para que no quede en el olvido. Los que no son padres lo charlen con amigos y compañeros para que se recuerde o aunque sea se informe que un día como hoy hace 56 años la Fuerza Aérea junto con la Marina intentaron derrocar al presidente elegido por el pueblo, Juan D. Perón. En este intento, fallido, se masacraron a 380 personas y hubo más de mil heridos. Pero no sólo se masacraron vidas sino que abrió una herida que cerrará el día en que se deje de ignorar lo sucedido y se repudie como lo que fue: EL MAYOR ATENTADO EN LA HISTORIA ARGENTINA.

 

Sobre el pueblo argentino se arrojaron más de cien bombas y quienes lo hicieron fueron soldado argentinos que hipócritamente juraron defender el suelo argentino. Fueron asesinos que no sólo faltaron a su juramento sino que creyeron estar cumpliendo su deber tratando de asesinar a Perón. Resulta ilógico pensarlo pero sucedió. Más de 40 aviones sobrevolaron la ciudad ametrallando y tirando más de 9 toneladas de bombas sobre el suelo jurado.

Pero demostrando una vez más la grandeza que lo caracterizó, estas fueron las primeras palabras del entonces presidente Gral. Perón:

“Deseo que mis primeras palabras sean para encomiar la acción maravillosa que ha desarrollado el Ejército, cuyos componentes han demostrado ser verdaderos soldados, ya que ni un solo cabo ni soldado ha faltado a su deber. No hablemos ya de los oficiales y de los jefes que se han comportado como valientes y leales. Desgraciadamente no puedo decir lo mismo de la Marina de Guerra, que es la culpable de la cantidad de muertos y heridos que hoy debemos lamentar los argentinos.

Pero lo más indignante es que se haya tirado a mansalva contra el pueblo, como si su rabia no se descargase sobre nosotros, los soldados, que tenemos la obligación de pelear, sino sobre los humildes ciudadanos que poblaban las calles de nuestra ciudad.

Es indudable que pasarán los tiempos, pero la Historia no perdonará jamás semejante sacrilegio. Ahora, terminada la lucha, los últimos aviones, como de costumbre, pasaron huyendo. Estos últimos disparos de artillería antiaérea que han escuchado han sido sobre aviones fugitivos. Quedan todavía algunos pequeños focos que ocupar, desarmar y someter a la justicia.

Como Presidente de la República, pido al pueblo que me escuche lo que voy a decirle. Nosotros como pueblo civilizado no podemos tomar medidas que sean aconsejadas por la pasión sino por la reflexión.

Todo ha terminado. Afortunadamente bien. Solamente que no podemos dejar de lamentar, como no podemos reparar, la cantidad de muertos y heridos que la infamia de estos hombres ha desatado sobre nuestra tierra de argentinos. Por eso, para no ser nosotros criminales como ellos, les pido que estén tranquilos que cada uno vaya a su casa.”

Lamentablemente nosotros tuvimos un Guernica, pero nos faltó un Picasso para retratarlo y nos sobró impunidad para olvidarlo. Nunca Más.