por Silvana Emperador Corría el año 1949 cuando George Orwell publicó su novela “1984”. El personaje de Gran Hermano atraviesa el relato de comienzo a fin: único y todopoderoso vigila cada uno de los actos que realiza toda la población, tanto en la calle como en sus propias casas. Es una sociedad que se vigila a sí misma.
La instalación en la vía pública de dispositivos para observar exacta y cuidadosamente las actividades cotidianas de los ciudadanos es hoy una realidad. A sólo 62 años de la aparición de Gran Hermano en el mundo de la escritura, la tecnología se integró al paisaje urbano de nuestra ciudad. En lo alto, en la luminaria. Más o menos visibles para los transeúntes, pero presente.
La vigilancia en las calles por medio de cámaras de video reduce la delincuencia, dicen los defensores de esa estrategia de custodia. Toda la población, sea inocente, potencial delincuente o culpable, es observada. Pero ¿Quién está del otro lado mirándonos? Algunos canales de televisión transmiten las imágenes que captan esas cámaras. Desde los ojos de la TV, miles de televidentes pueden llegar a ver nuestras imágenes.
En 2011 Gran Hermano llega a escuelas y a jardines de infantes de gestión pública de la Ciudad de Buenos Aires. El motivo, mejorar la seguridad. La necesidad de vigilar, con el correr de los años, avanza sobre distintos ámbitos de la vida privada de los habitantes. La vigilancia también se realizará en ex centros clandestinos de detención, donde actualmente funcionan espacios para la memoria, hospitales, centros de salud, cementerios y el teatro Colón.
La iniciativa resulta polémica. Preservar la seguridad en las instituciones escolares “viola el derecho a la intimidad de los niños y los adolescentes”, argumentan el Observatorio de Derechos Humanos (ODH) y la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE) en un amparo ante la Justicia porteña.
Potenciales autores de delitos y ciudadanos comunes se igualan ante las cámaras de video que todo lo ven. Vigilar la vía pública, para beneficio de los ciudadanos, es un tema. Vigilar a la sociedad en sus prácticas cotidianas como, por ejemplo, ir a la escuela constituye una cuestión que merece ser debatida por todos los actores involucrados. Deben establecerse pautas claras y objetivos precisos, respetando el derecho a la intimidad que tiene todo individuo.
Una sociedad que se vigila a sí misma es el argumento que George Orwell pensó para una de sus obras, en un contexto socio-histórico diferente al actual. Sin embargo, ese relato inventado se cumple en nuestros días a modo de profecía. El avance de Gran Hermano continúa su marcha, pero el final escrito puede no ser el que deseemos para nuestra historia. Es preciso que la sociedad en su conjunto abra el debate sobre el tema. De otro modo, observar y ser observado será una tarea de todos, pero concentrada en un único actor. |
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