¿El fin de la Educación? o ¿Con qué fin la Educación?
Buenos Aires | Jueves, 21 de noviembre de 2024

¿El fin de la Educación? o ¿Con qué fin la Educación?

 

La Educación hoy en día resulta un concepto poco sencillo de definir ya que alberga una gran variedad de supuestos que involucran al ser humano tanto en su aspecto individual como social.

En la actualidad estamos acostumbrados a escuchar frases como por ejemplo que a los Argentinos les falta educación; que en las escuelas los niños y jóvenes no aprenden, que las dificultades en la escuela son patologías de moda; que los maestros ya no enseñan como antes; que los padres no se comprometen con la educación de sus hijos; que los medios de comunicación no instruyen y que la educación al país no le importa, en fin, sólo por poner algunos ejemplos. Ahora bien, si se analiza la situación toda, y se observa lo que ocurre cuando se intenta dar significación a aquello que resulta ambiguo, reflexionando desde la mirada propia y ajena, tal vez se pueda elucidar críticamente este concepto, el cual ha sido tan vapuleado en los últimos tiempos.

Estas reflexiones se basan en la observación directa en Instituciones Educativas y en reflexiones previas con docentes y colegas. Surgen de la inquietud y el afán propio, que como seres humanos racionales tenemos de dar respuesta a todo. Sin embargo puede que mucho de lo que se diga aquí no ofrezca respuesta al lector, y entonces será necesario apelar a la búsqueda interior que cada uno pueda realizar.

Hecha la propuesta de la posibilidad de dar significado sin cerrar sentido, de hacerse preguntas y opinar, sin cercenar con ello que es lo que debe ser o se debe hacer; demos paso a definir qué se entiende por Educación.

El termino Educación proviene del latín educere "guiar, conducir" o educare "formar, instruir"  y puede definirse como el proceso a través del cual se desarrollan las cualidades intelectuales, físicas y morales que el individuo posee desde niño en estado potencial. Dicho proceso requiere el conocimiento de las necesidades del niño, de las leyes de su crecimiento físico y mental, y además depende de quien lo asista y de la idea que éste se forje como Individuo.

Es un proceso multidireccional de vinculación y socialización que se comparte entre los seres humanos por medio de ideas, cultura y conocimientos. Éste no sólo se produce a través de la palabra, sino que está presente en todas las acciones, sentimientos y actitudes que caracterizan al hombre en su vida cotidiana.

Algunos autores psicoanalíticos concuerdan y destacan el valor que conllevan las funciones familiares para la constitución psíquica y los procesos de subjetivación y aprendizaje que advienen en el niño, principalmente aquellas funciones que ejercen los padres.

Gisela Untoiglich, Doctora en Psicología, Docente de la Facultad de Buenos Aires y autora de numerosos libros dedicados a la niñez e infancia asegura en su publicación “En la infancia los diagnósticos se escriben en lápiz” , que gran parte de las necesidades que fundan la subjetividad de un niño, como lo son el cuidado, el amparo, el sostén, el afecto, la regulación de la presencia-ausencia del adulto, el establecimiento de los limites y prohibiciones, la renuncia pulsional, el juego, el aprendizaje de contenidos y valores, la transmisión de sentido y el tiempo; hoy en  día se encuentran erosionadas, la autora dice “fundamentalmente el tiempo”. Y acuerdo con ella. El tiempo según G. Untoiglich implica que durante la infancia, y porque no también la adolescencia, alguien estará en disponibilidad libidinal incondicional para ese pequeño o púber, -el subrayado es mío-, para que su subjetividad pueda constituirse.

Es sumamente necesario que quien cumpla con las funciones familiares le otorgue al niño su espacio-tiempo y esto sólo es posible en intercambios intersubjetivos, los cuales requieren la permanencia y la presencia de un adulto dispuesto a esa entrega en la realidad cotidiana.

Esto guarda relación con lo que se define como la Educación informal, aquella que implica la transmisión y guía de las formas culturales propias que caracterizan a un grupo familiar y que se traspasan a lo largo de la vida. Por otra parte la educación informal incluye por un lado, a la educación en su tipo formal que hace referencia a los ámbitos de las escuelas, institutos y universidades;  y por el otro, a la no formal que se refiere a los cursos y academias.

Es quizás en la Educación formal donde se halle la mayor controversia y el concepto de Educación en su sentido amplio se invisibilice. Es bien sabido, aunque no esté de más repetirlo, que el mundo en el que vivimos ya no es el mismo. Un supuesto universal que circula en la cultura popular es el que afirma a la Educación como el mero aprendizaje de la lectura, la escritura y el cálculo. Acorde con este pensamiento las escuelas funcionan como aquellas instituciones que deben educar.

Sin embargo este modo de pensar que se halla instituido, hoy debido al correr del tiempo, a las transformaciones sociales y económicas, y a la revolución tecnológica redobla su apuesta, la escuela no solo debe brindar el aprendizaje de contenidos, sino también debe enseñarle al niño acerca de sus derechos, del respeto, del afecto, del juego, de los límites y prohibiciones etc.

Los niños permanecen hoy mucho más tiempo en las escuelas que en sus casas, el tiempo se desdibuja y la disponibilidad libidinal de los padres se volatiliza. Se vuelca en todas partes y, a la vez, en ninguna. Aclaremos que lo que intento decir es que la educación en tanto escolaridad, no es soportable. Si bien la escuela le ofrece al niño el medio para socializarse en paralelo a la adquisición de los útiles de la cultura y de los medios lógicos del pensamiento, la familia es la socialización primaria y necesaria. La institución social por excelencia. En lo sucesivo y progresivamente el niño ira en cada caso estableciendo nuevos lazos y liberándose de las ataduras familiares que le fueron impuestas, lo cual es también necesario para que allí el sujeto advenga como tal.

Se dirá que todo ha cambiado, es cierto, que el mundo se halla en un continuo proceso de cambios. Entonces debemos estar preparados para afrontarlos, la realidad nos muestra día a día que necesitamos nuevas herramientas con las cuales sortear las vicisitudes que se nos presentan. Hoy, entre otras no menos importantes esta la cuestión de la Educación. 

Repensando el concepto y sus ambigüedades la pregunta por el fin de la Educación en el niño y adolescente interpela a nuestra sociedad, mejor dicho la pregunta ¿Con que fin son educados? nos interpela. Suenan como posibles respuestas: Por el deseo de los padres del aprendizaje del niño de los contenidos intelectuales y la transmisión de nuestra cultura, sus valores y costumbres, o simplemente por el hecho de satisfacer la responsabilidad de que asistan a la escuela y aprueben las materias. 

Pero entonces ¿cuál es el deseo de estos padres en la educación de sus hijos? si como afirman algunos autores, el interés y la curiosidad se despiertan en el niño tempranamente y con ellos surgen las primeras preguntas como búsqueda de saber. De hecho existen muchos factores que intervienen en la motivación de un niño, en su deseo por aprender y aprehender. Desde lo individual, las ganas de aprender, el amor propio, su orgullo; desde lo familiar, la estimulación de la familia y participación en su vida escolar; y desde lo social, la valoración de los conocimientos.

La pregunta por el deseo de los padres en la educación de sus hijos quizás sea la plataforma y el horizonte por donde continuar nuestras reflexiones. El lugar y el valor que nosotros le demos a la  Educación como sociedad y la forma en que el país y el Estado se hagan cargo serán preguntas que devendrán luego. Dejemos entonces a los padres a pensar con su deseo,  mientras nosotros los psicólogos, llevamos adelante la tarea de indagar como la libido disponible en ellos es puesta al servicio del saber de sus hijos.

Plataforma, horizonte y un camino incierto pero fructífero.

 

Daiana Gargano

Lic. en Psicología. UBA

daiana_gargano@hotmail.com.ar

 

Bibliografía consultada

Untoiglich, Gisela. “En la infancia los diagnósticos se escriben en lápiz”. Actualidad Psicológica. Buenos Aires. 2011

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